Hoy os queremos contar la historia de 2 compañeros de trabajo, Tolo y Javier. Se conocieron en una empresa de ingeniería y obras ocupando cargos de dirección, Tolo llevaba 8 años y Javier era el nuevo. Compartían una visión, la internacionalización como motor de crecimiento. Codo con codo lograron internacionalizar el 92% del negocio, haciendo crecer la empresa independientemente del mercado español y de ese modo lograron que una empresa de obras superara la crisis del ladrillo de 2008.
Tantas grandes experiencias los hicieron inseparables. Años después, como buenos inquietos, decidieron partir. Tolo apostó por crear sus propios negocios y fue cosechando éxitos y Javier quiso seguir creciendo profesionalmente en empresas de renombre. Sin embargo, ambos sentían la espinita de crear un proyecto juntos pero un contrato de por medio se lo impedía. Pasados 5 años pudieron volver a unir fuerzas y crearon Mindhead, una empresa de consultoría estratégica con el objetivo de poder volcar todas esas sapiencias adquiridas para ayudar a otros proyectos empresariales con afán de crecimiento.
¿Por qué os contamos todo esto?
Creemos fundamental explicar nuestros casos de éxito real internacionalizando proyectos para poner en auge la importancia que puede y debe desempeñar el sector exterior español en la superación de la actual crisis económica, derivada de la terrible pandemia y la actual guerra en Ucrania.
En momentos de crisis económica y bajo crecimiento como los que atraviesan tanto España como la mayoría de las economías avanzadas, es evidente que las empresas que cuentan con un sector exterior dinámico, empresas competitivas e internacionalizadas y superávit exteriores, que hacen que no exista una necesidad continuada de financiación externa en momentos de escasez de crédito, juegan con ventaja. Ello se debe a que la economía mundial sigue teniendo importantes polos de crecimiento, en particular en las economías emergentes, por lo que la demanda externa aparece como la principal forma de generar crecimiento y empleo en un contexto en el que la demanda interna se ha hundido por los altos niveles de deuda, los estrangulamientos que sufre el sector financiero y los propios recortes procíclicos que muchos países se ven obligados a llevar a cabo a cambio de recibir apoyo financiero externo.
Las empresas españolas son perfectamente capaces de competir en los mercados internacionales. De hecho, España cuenta con empresas multinacionales de primer nivel en múltiples sectores, las exportaciones españolas son las que más han crecido en la zona euro desde que se iniciara la crisis y la cuota de mercado de las empresas españolas en los mercados mundiales se ha mantenido estable cuando la de la mayoría de los países avanzados ha caído por el aumento de la competencia de los países emergentes. Sin embargo, lo que también se observa es que en España exportan pocas empresas, tanto porque su tamaño medio es demasiado pequeño como para permitirles lanzarse a la conquista de los mercados exteriores como porque estaban acostumbradas a una fuerte demanda interna que desincentivaba su internacionalización. Por lo tanto, es un factor de oportunidad interesante.
Las ventajas de la internacionalización
Se ha comprobado que, a largo plazo, una apertura comercial gradual y ordenada, combinada con otros factores, favorece el desarrollo. Más allá de estos resultados macroeconómicos ambiguos, estudios recientes al nivel de empresa sí demuestran con claridad las ventajas que para un país supone tener empresas altamente internacionalizadas. Además, no cabe duda que el elevado nivel de interdependencia económica actual ofrece muchas más oportunidades o nichos de crecimiento para las empresas orientadas al exterior que las que existían en el mundo de la pre-globalización de los años 50 o 60 del siglo XX. Y, como se ha mencionado arriba, estas oportunidades son particularmente interesantes para países como España, cuya demanda interna se ha derrumbado.
Qué aporta la internacionalización
En los últimos años, la investigación académica en economía internacional ha comenzado a fijarse en cómo la heterogeneidad de las empresas de un mismo país explica su distinto comportamiento. La conclusiones de estos trabajos muestran con claridad que las empresas más internacionalizadas tienen unas importantes ventajas sobre las no internacionalizadas, que redundan tanto en beneficio de sus accionistas y trabajadores como en el del conjunto del país en el que se ubican.
Por una parte, las empresas internacionalizadas tienen un mayor tamaño y producen una mayor cantidad de bienes y servicios que las que operan exclusivamente en el mercado nacional. Al ser más grandes pueden hacer un mejor aprovechamiento de las economías de escala y tener una mayor capacidad financiera, que a su vez les permite realizar mayores inversiones. Ello redunda en que dedican más recursos al I+D, son más innovadoras y están más acostumbradas a desenvolverse en mercados altamente competitivos, por lo que son más eficientes y alcanzan niveles de productividad notablemente mayores a los de las empresas no internacionalizadas. Asimismo, estas empresas tienden a crear más empleo, atraen a trabajadores más cualificados gracias a que pagan salarios más elevados, tienen más y mejores programas de formación continua para sus empleados, reciclan con más eficacia a sus trabajadores y son capaces de tener una mentalidad global que facilita su adaptación a entornos nuevos, facilita la creatividad y el desarrollo de habilidades por parte de sus trabajadores y las hace más competitivas en sus mercados de origen.
Por todo ello, las empresas internacionalizadas y exportadoras resisten mejor las fases recesivas del ciclo económico, tanto en términos de producción como de empleo. Al tener mayores niveles de productividad y poder diversificar mejor sus riesgos, compensando la caída de ventas en un mercado con mayores ventas en otros, tienen una “tasa de mortalidad” mucho más baja que las empresas que sólo operan en el mercado interior.
Finalmente, la actividad internacional genera un gran número de externalidades positivas, tanto sobre otras empresas como sobre el país en su conjunto, lo que en economía se conoce como spillovers o efectos desbordamiento.
Lecciones para encarar el futuro
Como en crisis anteriores, las exportaciones y las entradas de capital extranjero en forma de inversiones directas son esenciales. Las primeras porque suponen un complemento imprescindible para la débil demanda interna; las segundas porque permiten aumentar la densidad del tejido productivo e insertan a España en las cadenas globales de producción, que cada vez tendrán un papel más importante. Es por ello que en el sector exterior está una de las claves para salir de la crisis. No en vano, en España este sector es responsable de 6,5 millones de empleos directos e indirectos, ha venido logrando elevar la renta per cápita en 1.275 dólares por cada 10 puntos porcentuales adicionales de tasa de apertura y tiene el potencial de crear 25 puestos de trabajo por cada millón de euros adicionales de exportaciones.
En definitiva, la internacionalización es una palanca de crecimiento factible. Si tu también quieres conocer como aplicarlo a tu negocio, te estamos esperando.